Andrés Nazarala

 Andrés Nazarala (Valparaíso, 1976) es cineasta, escritor y músico. En 2009 estrenó “Debut” en Sanfic, una ficción construida sobre las ruinas de la escena musical porteña de los 90. Actualmente prepara un largometraje titulado “Los años salvajes”. En Buenos Aires, donde está radicado, ha colaborado con el cineasta experimental Raúl Perrone, quien inspiró su novela “Hotel Tandil” (Editorial Hueders).

Su proyecto musical de lo-fi casero Nagasaki  comenzó en la V región a fines de los 90 con discos quemados que se pasaban de mano en mano. En esos tiempos inició una estrecha relación con la compañía Teatro La Peste, con la que sigue trabajando en la música y los diseños sonoros hasta el día de hoy. 

Su trabajo está esparcido por el éter virtual y hay dos discos alojados en los territorios cibernéticos de As4cords Records: “Joe Meek” y “Las cintas encontradas”.

En 2010 colaboró en “La Commedia”, película del cineasta experimental neoyorquino Amos Poe que se estrenó en el Festival de Venecia. El año pasado musicalizó dos películas de Perrone (“4tro v3int3” y “Algunxs pibxs”) y el documental “Últimas escenas”, de Felipe Montalva. 

Cinema Toska

En el verano de 2021 volví por unos días a Chile con dos proyectos audiovisuales en mente. Uno era un registro de las vacaciones pandémicas bajo el título de “Canciones de verano”. El otro, una ficción sin guion que se articularía mediante una búsqueda en terreno junto al actor Benjamín Avíla, el músico  Mosé Noé y su amiga Vinila Bowie. Ambos proyectos dieron sus primeros pasos pero quedaron truncos debido al brutal golpe de una tragedia personal. Parte del proceso de sanación estuvo a cargo de la catarsis sonora, la grabación espontánea de una pieza extensa y caótica que pudiese transmitir la combinación de emociones desbordadas del momento.  De pronto, las canciones que acompañarían al documental perdían sentido junto a cualquier intención y planificación. El ruido se apoderaba de todo como un tótem. La muerte desordenaba los calendarios y las estructuras. “Cinema Toska” –título que lleva una palabra rusa intraducible que Nabokov definió como “una sensación de angustia espiritual”- funciona como un basurero que acoge, retuerce y desfigura los registros de esos meses confusos. O puede ser también un ritual basado en la destrucción. Un espejo esperpéntico que sugiere que el caos siempre será más grande que nuestras proyecciones.
Andrés Nazarala